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¡Buen día a tod@s!

"No temas, cree solamente"

El temor impide la acción. A veces, estamos más centrados en nuestras debilidades, que en nuestras fortalezas. Si enfrentamos cada desafío con fe y andamos convencidos de que Dios camina a nuestro lado, la fortaleza interior aumentará y la certeza hará que nuestras acciones nos impulsen a crecer y a avanzar. Si Jesús reina en tu vida, el temor y la angustia dan paso al gozo y la confianza. La fe que persevera siempre verá fruto.

¡A por hoy creyendo!

Luchar de acuerdo a las normas

“Y también el que lucha como atleta no es coronado si no lucha de acuerdo a las normas”. (2ª Timoteo 2:5)

Uno de las mayores decepciones que he tenido como aficionado al deporte, fue cuando se descubrió el dopaje del atleta Ben Johnson allá por el año 1988. Todos los amantes del deporte esperábamos con mucha expectación la final de los 100 metros en los Juegos Olímpicos de Seúl, donde se enfrentaban el legendario Carl Lewis y Ben Johnson. El oro fue para "Big Ben" con una increíble marca de 9.79, estableciendo un nuevo récord mundial. Sin embargo, dos días después se supo la verdad: Johnson dio positivo por dopaje, así que todo fue una gran mentira.

Hacer trampas, cambiar las reglas, inventar atajos, es muy propio de todos los seres humanos, y el hombre lo viene practicando desde las edades más antiguas, en todas las civilizaciones y culturas. ¿Tanto nos cuesta sujetarnos a las reglas? Parece que sí, que las reglas son puestas para otros, y solo las cumplimos cuando nos interesan o nos conviene. Esto nos ocurre continuamente y en diversas situaciones. Por ejemplo, conduciendo el coche por la ciudad o la autopista, ¿Quién no se salta un semáforo en rojo, un ceda el paso o un stop, no ha cedido la derecha o el paso a los peatones, etc...? Así ocurre en el colegio o practicando un deporte, a veces tenemos ese pensamiento de “puedo hacer lo que quiera mientras no me pillen”.

Lamentablemente trasladamos esa forma de pensar a la vida cristiana, y así nos va. Parece que como Dios no envía un rayo cada vez que le desobedecemos, pues no pasa nada, y como nadie me ha visto y nadie lo sabe, puedo continuar haciéndolo. Puedo transgredir la Ley de Dios y las normas puestas por los pastores... siempre y cuando no me pillen, claro.

¿Os suena la frase “Dios dice, pero yo pienso”? Se conjuga mucho con otras expresiones del tipo “a mí me parece”, “yo creo”, “eso no es así, es de esta otra forma”. En definitiva, prevalece lo que nosotros creemos o pensamos por encima de lo que Dios dice, y hacemos lo que bien nos parece. Esta forma de pensar nos conduce a vivir una ridiculez de vida, débil y sin sentido.

El apóstol Santiago nos da una regla fundamental para el desarrollo de nuestra vida cristiana: “Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace” (Santiago 1:25). Que palabras tan contundentes y a la vez tan sencillas de entender. Una regla que no debemos romper nunca. Al caminar en obediencia a la Palabra de Dios, su influencia nos transforma, nuestros deseos y sentimientos son cambiados, nuestras fuerzas renovadas y vencemos nuestros temores... además de obtener recompensa en la tierra y en el cielo.

Por favor, prestad mucha atención a las siguientes palabras: “¡Quién diera que tuviesen tal corazón, que me temiesen y guardasen todos los días todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuese bien para siempre!” (Deuteronomio 5:29). ¿Percibís el amor y el gemido de Dios por sus hijos? No hay en Dios reproche ni reprensión, solo compasión y profundo amor. Él sabe que es lo mejor para nosotros, y a veces, como los niños pequeños que creen saberlo todo, seguimos nuestros propios caminos, desoyendo los consejos de nuestros padres.

Ese corazón que Dios anhela para sus hijos es nuestra voluntad firme, nuestra decisión de andar por la senda marcada por Jesús, siguiendo sus huellas, sus pisadas, su ejemplo, sin inventar atajos ni cambiando las reglas. “Todos los días todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuese bien para siempre”

Creo que merece la pena reorientar nuestra vida en conformidad al Evangelio, ahora que podemos, ahora que escuchamos su voz, ahora que nos llama a volvernos a Él y amarle con todo nuestro corazón, con todas nuestras fuerzas, con toda nuestra alma. Oíd su voz como aún sigue diciendo... “Dame, hijo mío, tu corazón, y miren tus ojos por tus caminos”.