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¡Buen día a tod@s!

"No temas, cree solamente"

El temor impide la acción. A veces, estamos más centrados en nuestras debilidades, que en nuestras fortalezas. Si enfrentamos cada desafío con fe y andamos convencidos de que Dios camina a nuestro lado, la fortaleza interior aumentará y la certeza hará que nuestras acciones nos impulsen a crecer y a avanzar. Si Jesús reina en tu vida, el temor y la angustia dan paso al gozo y la confianza. La fe que persevera siempre verá fruto.

¡A por hoy creyendo!

La raíz protestante

Si perteneces a la raíz Protestante o eres protestante, el aniversario de la revolución de Martin Lutero hace 500 años, es un tema de actualidad para ti. Pero aun si no lo eres, debería ser un tema importante. La Reforma fue uno de los eventos decisivos que marcan el mundo en que vivimos, para bien o para mal. Lutero y sus seguidores no intentaban reformar el mundo; querían salvarlo. Tenían en sus manos un Evangelio que proclamar en un mundo que consideraban decadente y cerca del fin. En su urgencia derribaron muros que habían mantenido la Cristiandad Occidental en un orden casi monolítico.

Lutero flanqueó el poder de la jerarquía de la Iglesia Católica con una nueva tecnología de comunicación; la imprenta, la cual le permitió comunicarse directamente con el pueblo. Cuando fue finalmente arrastrado ante las autoridades imperiales y eclesiásticas en 1521, se le ordenó que renunciara a sus errores, a lo que él se negó, insistiendo en que su conciencia estaba cautiva por la Palabra de Dios, una autoridad superior a cualquier papa, obispo o rey. En un momento todos tenían una voz y no era fácil imponer al pueblo en qué debían de creer. La apelación de Lutero a la fe de las personas en su fuero interno y la decisión personal, desencadenaría 200 años de guerras con trasfondos religiosos.

Difícilmente se puede rebatir que las actuales divisiones políticas mundiales en occidente, se arraigan desde los días en que Lutero resquebrajó el orden establecido y a las autoridades reinantes. Sin embargo, la vida moderna es mucho más que una sucesión de conflictos y reordenamientos y es aquí donde podemos asegurar que la Reforma de Lutero nos dejó muchos y muy útiles activos, que rigen y enriquecen nuestra vida moderna. Os propongo tres:

1. LIBERTAD DE PENSAMIENTO
Lutero no era un apóstol de la libertad de expresión. Él quería que los cristianos creyeran la Verdad, no lo que quisieran creer. Pero en su insistencia en que toda autoridad humana es provisional y que lo único que puede conmover la conciencia es la Biblia y el Espíritu Santo, fijó el limite a los posibles “policías del pensamiento” en medio de esta Reforma Protestante
El protestantismo no inauguró un paraíso de la libertad de expresión, sino que abrió el camino a un constante cuestionamiento de todo; que continuamente generaría nuevas ideas, removería las antiguas y cuestionaría su propia ortodoxia.
Para poner un ejemplo icónico: la esclavitud. Durante siglos, los cristianos la consideraron como un mal necesario o simplemente un hecho de la vida. Algunos protestantes del siglo XVIII y muchos más en el siglo XIX, llegaron a una nueva convicción: La esclavitud era un mal intolerable. Las disputas y batallas en este ámbito fueron amargas, pero al final la vieja ortodoxia fue derribada. La censura fue también derrotada ante la constante negativa de los protestantes a callarse cuando se les ordenaba y por su particular vehemencia para debatir públicamente.
Las universidades protestantes y sus académicos lideraron el surgimiento de las ciencias naturales en los siglos XVI y XVII. Así, poco a poco tanto la libertad de pensamiento como la libertad de culto llegaron a ser no solamente asuntos tolerables sino la nueva ortodoxia.

2. DEMOCRACIA
Lutero se habría atragantado con su querida cerveza alemana si se le hubiera dicho que estaba guiando al mundo hacia la democracia. Al igual que la mayoría de las personas en su tiempo, lo consideraban una idea terrible
Pero Lutero no fue el único ni el último protestante en desafiar a un gobierno hostil. El movimiento comenzó paulatinamente por ese camino. Los protestantes luchaban no por el derecho a elegir a sus gobernantes, sino por el deber de examinarlos. En cumplimiento de este deber, el escocés radical John Knox escribió en 1558, “todos los hombres son iguales. No lo dijo del modo que lo entenderíamos hoy, claramente hablaba de los hombres y no de las mujeres. Pero la idea tendría su recorrido y vida propia. Una generación posterior a Knox, el rey escocés Jacobo VI,  acusaría a sus súbditos protestantes de tramar una “forma democrática de gobierno”. No era verdad, eran favorables a una monarquía, orden y estabilidad social. Pero sus gobernantes mantenían una tendencia intolerable; retar la voluntad de Dios. Así,  una y otra vez los protestantes se encontraron, no por voluntad propia, en la necesidad de tomar cartas en el asunto. Insistieron en que se les escuchara y cuando se vieron obligados, tomaron las armas en contra de los gobernantes que les perseguían. Si todos tenemos la posibilidad de hablar con Dios, era difícil aceptar que no se tuviera voz ante los gobernadores terrenales.
Dejada a sí misma, esta idea revolucionaria de la democracia, podría haber llevado a la creación de Teocracias autárquicas, como la que propusieron algunos puritanos en Nueva Inglaterra. Pero estos fueron casos aislados, en parte por la disposición continua de los protestantes a argumentar y debatir, pero sobre todo por el tercer legado a nuestro mundo moderno.

3. LÍMITE A LOS GOBIERNOS
Volviendo a los orígenes de la cristiandad en la Antigua Roma, allí los primeros cristianos buscaban tener un espacio donde crecer espiritualmente y que las autoridades políticas no intervinieran, insistiendo en que ese espacio, el Reino de Dios, importaba mucho más que las disputas efímeras de este mundo.
Los resultados, en ocasiones fueron paradójicos. Los protestantes frecuentemente eran súbditos obedientes ante gobernantes nocivos y no mostraban interés en la política mientras que su espacio espiritual fuera respetado. También presentaron inesperada y constante oposición ante gobernantes que no respetaban su demanda de que no se entrometieran las autoridades humanas en el espacio espiritual. En el proceso, ayudaron al mundo actual sobre la noción, ahora casi intuitiva, de limitar a los gobiernos. El principio que nacería de esta noción es el de mostrar a los gobiernos que tenían un deber primordial: el de no entorpecer la vida de las personas.

Los protestantes legaron al mundo moderno estos tres principios, y probablemente podríamos añadir un cuarto, ¿el capitalismo? El sociólogo alemán Max Weber acuñó el término “Ética de trabajo protestante” como el motor de la economía moderna y sigue siendo una idea que permanece. El capitalismo surgió de un grupo de países protestantes: Holanda, Gran Bretaña y Estados Unidos. En nuestros días, la economía de Corea del Sur creció de €2.300 mill. A €230.000 mill. (1962-1989) en los mismos años en que la proporción de protestantes en el país, creció de un 2,5% a un 27% de la población. Tal como dijo Weber, el capitalismo es un sistema de “actividad incesante”. Así es el Protestantismo desde su comienzo con Lutero. El activismo protestante no siempre es económico,  sino que se ha movido a muchas áreas de la sociedad, con un común denominador, una voluntad firme de buscar lo mejor y lo verdadero.
En todo el mundo, la actividad derivada del protestantismo desde Lutero y seis siglos después, mantiene determinados principios inequívocos, que sin lugar a dudas han tenido efectos económicos y producido los mayores cambios sociales en la historia.
Es un comportamiento impredecible. No se puede ni se ha podido predecir hacia donde se moverían las conciencias o cuáles serían los siguientes pasos. Pero podemos afirmar que Lutero cambió el mundo y los que como él a lo largo de estos 500 años, han dejado que sus conciencias fueran sacudidas por la Biblia y el Espíritu Santo, han producido cambios, mejoras, recuperando antiguas virtudes, transformando lo establecido y estableciendo nuevas ortodoxias y por encima de todo esto, llevando la Biblia al lugar más revolucionario, el centro de la vida de cada persona.