"...he aquí que como el barro en mano del alfarero, oh casa de Israel,
así sois vosotros en mi mano". (Jeremías 18:6)
Cuando Dios se propone ejercitar a un hombre,
deleitar a un hombre, adiestrar a un hombre,
cuando Dios se propone moldear a un hombre,
hasta sacar de él lo más noble,
cuando anhela con todo su corazón,
lograr un hombre tan grande y tan noble
que el mundo lo mire asombrado...
Miren sus métodos, miren lo que hace,
como perfecciona implacablemente
cuando elige en su realeza.
Como lo golpea, como lo lastima,
como sus martillazos lo convierten
en arcilla cuyas formas y siluetas
solo Dios pude comprender.
Mientras el torturado corazón…