Empecemos el día con ánimo resuelto a no dejar que las circunstancias dominen nuestra alma. Que la quietud y la calma del Espíritu Santo acaricien nuestras acciones y marquemos la diferencia en este mundo descreído. Bendito sea Dios por la seguridad que nos da para andar por esta vida, firmes y confiados. Que consuelo tan grande: ¡Él va con nosotros!