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¡Buen día a tod@s!

"No temas, cree solamente"

El temor impide la acción. A veces, estamos más centrados en nuestras debilidades, que en nuestras fortalezas. Si enfrentamos cada desafío con fe y andamos convencidos de que Dios camina a nuestro lado, la fortaleza interior aumentará y la certeza hará que nuestras acciones nos impulsen a crecer y a avanzar. Si Jesús reina en tu vida, el temor y la angustia dan paso al gozo y la confianza. La fe que persevera siempre verá fruto.

¡A por hoy creyendo!

Los rellanos de la escalada espiritual

“¿Quién subirá al monte del Señor? Y ¿Quién estará en su lugar santo? (Salmos 24:3)
“Desde el confín de la tierra clamaré a ti, cuando mi corazón desmaye? Llévame a la roca que es más alta que yo”. (Salmos 61:2)

 
Jesucristo nunca dijo que el desarrollo de la vida espiritual, subir a las “alturas” de la comunión con Dios, fuese una tarea fácil. Él nos advirtió de la dureza de esa escalada, pero también prometió ser el porteador de nuestras debilidades y cargas. “No te dejaré ni te desampararé" (Isaías 41:10). Todos los hijos de Dios pasamos por muchos desmayos del alma, por periodos oscuros de confusión, es propio de nuestra humana debilidad, el miedo al dolor, la vergüenza y el fracaso, hacen que el corazón se apoque y derrita como la cera.
 
Job dijo: “Por qué no morí yo en la matriz o expiré al salir del vientre”. Salomón escribió: “Aborrecí la vida, porque la obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa”. Jeremías sentía: “Perecieron mis fuerzas y mi esperanza en el Señor. ¿Para que salí del vientre de mi madre? ¿Para ver trabajo y dolor y que mis días se gasten en afrentas? Asaf expresó: “En vano he limpiado mis manos en inocencia… se llenó de amargura mi alma, y en mi corazón sentía punzadas, tan torpe era yo…”
 
La conquista final de los 8.880 metros de Everest, fue una lucha contra la montaña desde el año 1921 hasta el 1960. Mucho sacrificio y muchas muertes de porteadores y alpinistas supusieron esa gesta de la humanidad. Es impresionante verlos colgando en los salientes y rellanos de la montaña, el entrenamiento y la disciplina obran el milagro; tenacidad es la palabra.
 
¿Creemos acaso que alcanzar las Alturas espirituales puede ser más fácil? Muchos han fracasado en el intento y muchos se han parado en algún rellano de la escalada. Escuchamos frases como esta en boca de muchos; ¡Señor no puedo más! ¡Al fin y al cabo ya he hecho mucho para el Señor! ¡Creo que me merezco un descanso, no sigo más adelante! etc…
 
Leemos a Isaías: “… el monte de la casa del Señor será confirmado como cabeza de los montes… Venid, subamos al monte del Señor, a la casa de nuestro Dios.” Muchos sufren y luchan y laboran para esta vida terrenal, que puede durar en los más fuertes 90 años, y se olvidas de laborar e invertir para la vida eterna, -el tiempo sin fin-. Yo quiero servir a Dios hasta el fin de mis días, seguir escalando sin cesar, hasta la cúspide.
 
Pero no lo hago solo, no me olvido caminar en “mis alturas”, no me olvido de mi porción de Cristo. Pues Él nos resucitó y nos sentó en los lugares celestiales en Cristo. Pablo dirá: “Me gozo en las debilidades” y “Mi poder se perfecciona en la debilidad”.
 
A veces en la oración por la lucha espiritual, tenemos que pasar del ruego al clamor y la súplica. Lo más importante, lo más grande que podemos sacar de esta vida, es un profundo conocimiento de Dios. “Pues esta es la vida eterna, conocer al Dios verdadero, y a Jesucristo que has enviado.” (Juan 17:3)
 
Este profundo conocimiento solo puede venir por un vehemente deseo de la Palabra de Dios. “Envía tu luz y tu verdad; éstas me guiarán a tu santo monte y a tus moradas”. (Salmos 43:3) Luz y Verdad hace referencia al Espíritu Santo y la Palabra de Dios, que son los poderosos medios de gracia que nuestro Padre Dios nos ha provisto para seguir ascendiendo a niveles más altos.  
 
Como dice el cántico” Sin cansancio, sin fatiga y sin cesar”. ¡Oh, llévame a la Roca que es más alta que yo, llévame Señor!