La naturaleza de la sociedad actual nos lleva a hablar de la globalización. La revolución de las tecnologías de la información y la comunicación, organizan nuestras vidas más allá de lo que podamos percibir.
 
A veces, creo que la crisis actual es una estrategia para adaptarnos socialmente a los cambios que sufrirán el mundo laboral y relacional; dos ejes básicos para la sociabilización de la ra

za humana. Un ejemplo claro, es el proceso de un producto; éste es cada vez más inmaterial. Tiene más importancia la imagen, la marca, la inversión en publicidad que el producto en sí. El hombre es cada vez más igual al otro y menos a él mismo.
 
El mismo proceso de comunicación ha cambiado la forma de relacionarse. El sistema relacional es también inmaterial; las coordinadas espacio temporales ya no son un problema, cada vez hablamos con más personas del planeta sin “tocarnos”… Creo que la sociedad no ha tenido nunca una oportunidad como ésta para construir una auténtica comunidad solidaria, progresar hacia la paz, la libertad y la justicia social.
 
Llegado a este punto, levanto la cabeza de la pantalla y sonrío.

    * ¿Hacemos un recorrido por la realidad del mapa mundial?
    * ¿Reflexionamos sobre el neoliberalismo que rige las políticas europeas del comercio?
    * ¿Analizamos la dictadura del consumismo, la saturación de información, de imágenes?
    * ¿Tienen todas las sociedades y miembros de las mismas, el mismo acceso a las nuevas tecnologías?

Un panorama como éste suscita cierta preocupación sobre el futuro de la “familia humana”. Creo, que la red social que han formado las nuevas tecnologías de la información y la comunicación tiene luces y sombras.

    * ¿Dónde queda la verdadera realidad del ser?
    * ¿De qué valores alimentamos nuestro espíritu?
    * ¿De todo lo que oímos y vemos que me aporta a mi desarrollo moral?

Todos tan cerca y tan lejos. Muchas palabras y pocas voces. Mucho soporte tecnológico y poco soporte solidario físico y real. Tengo una edad que me ha permitido ver varias generaciones en el siglo XX y en el siglo XXI. Hemos ganado en muchas cosas y avanzado; pero, en la más importante seguimos más ajenos que nunca.
 
La parte espiritual del ser humano necesita de otro soporte y de otra forma de revolución que abarque también la información y la comunicación. Una red espiritual sin sombras, coherente, clara, libre y llena del Evangelio de Jesús. Él revolucionó y revoluciona todo transcendiendo al espacio-tiempo más que las TIC.
 
Seamos sabios y utilicemos estos adelantos para beneficiarnos y crecer con coherencia.