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¡Buen día a tod@s!

"No temas, cree solamente"

El temor impide la acción. A veces, estamos más centrados en nuestras debilidades, que en nuestras fortalezas. Si enfrentamos cada desafío con fe y andamos convencidos de que Dios camina a nuestro lado, la fortaleza interior aumentará y la certeza hará que nuestras acciones nos impulsen a crecer y a avanzar. Si Jesús reina en tu vida, el temor y la angustia dan paso al gozo y la confianza. La fe que persevera siempre verá fruto.

¡A por hoy creyendo!

Ideal o Visión

¿Existe diferencia entre aferrarse a un ideal o tener visión?

La Escritura en 2ª Pedro 2:5 dice: “…Añadid a vuestra fe…”. No nos pide la Escritura que añadamos  cualquier cosa,  ni de cualquier manera a nuestra fe, sino que dice: “…poniendo toda diligencia…” ¡Seamos claros! Cuando hablamos de diligencia, hablamos de vigor, lozanía,  frescura, de una fuerza que nos impulsa, mueve, que nos permite ejecutar acciones y acometer empresas.
 
El ideal es otra cosa. Sólo existe en el pensamiento; es un conjunto de ideas o creencias. No te mueven y terminan adormeciéndote. Esto ha ocurrido siempre y también en las filas de los creyentes. Conocen mucha doctrina pero la han aparcado en el campo del ideal; no les afecta casi. Es palabra muerta. Conocimiento enlatado en envase intelectual. Es doctrina con minúscula o doctrina desvirtuada.
 
Por otro lado, está la visión, entendida como revelación, inspiración moral, profecía. Es una iluminación intelectual infusa. ¡Infusa, sí! Adjetivo relacionado con el verbo infundir: “causar en el ánimo un impulso moral o afectivo”, así hablamos de que esto o aquello me infunde miedo, fe, cariño. Es algo que me aporta, me induce y afecta, como la Gracia de Dios o Su Fortaleza. Cuando la iluminación intelectual es ocasionada por la Escritura, me infunde fortaleza moral, vigor y la gallardía necesaria para ejecutar acciones adecuadas, como  “añadir a mi fe… virtud, conocimiento, amor…”, de tal forma que si permito su desarrollo en mí, no estaré adormecido. Actuaré con una honradez e integridad que sólo es propia del Espíritu que la infunde.
 
Proverbios 29:18 dice que “sin  profecía el pueblo se desenfrena”; Aquí la profecía (visión en la Nueva Versión Internacional) se refiere a la revelación profética, que es la Palabra de Dios.
 
La idea es que:
a) Cuando la Palabra de Dios se desconoce, y se deshonra, la gente se descontrola.
b) Cuando la Palabra de Dios se conoce, pero no se la honra debidamente por no obedecerla, se cae en el cinismo de la Verdad.
c) Cuando la Palabra de Dios se conoce y honra debidamente, esto es, se la obedece, produce lo que nos dice la segunda parte del versículo, “…mas el que guarda la fe es bienaventurado…” (Proverbios  29:18).
 
Para acabar, me gustaría traer a reflexión las palabras de Oswald Chambers, de su libro devocional “En pos de lo Supremo”, cuya inspiración me ha inducido a escribir este artículo:
 
¿Dimanan nuestras actitudes de la visión que tenemos de Dios?
¿Estamos confiados y seguros esperando que Él hará cosas mayores aún de las que ha hecho?
¿Hay lozanía y vitalidad en nuestra perspectiva espiritual?