La epístola del apóstol San Pablo a los Efesios contiene la revelación de los más grandes misterios del plan de Dios para el futuro eterno de los cristianos. Pero es también un caudal de enseñanza práctica para guiar la conducta de los cristianos en la vida presente, y ello es destacado de un modo ejemplar en el comentario del autor, subrayado por el lema: “Recuperando el primer amor”.
El autor destaca el privilegio y hermosura de tener en cuenta todo el consejo de Dios en nuestra profesión y práctica de la fe y nuestro deber de llevarlo a cabo. Ello es de urgente necesidad porque el admirable propósito celestial que Dios tiene con respecto al pueblo cristiano que está reclutando a través de los siglos, es influido de un modo decisivo por lo que hacemos aquí, mientras estamos en el cuerpo, según la enseñanza de todo el Nuevo Testamento. Ello significa que no debemos contentarnos con mantener una mera profesión de fe con una más o menos asidua asistencia a los cultos de nuestro grupo cristiano, sino viviendo, día tras día, y hora tras hora, una vida de servicio, testimonio y comunión con Dios, tal como era el proceder de los cristianos primitivos.